Aprender a cooperar: la necesidad de formarnos en competencias sociales para la convivencia

Prevención y gestión de conflictos en comunidades de cohousing 2025

Para desarrollar comunidades de cuidados necesitamos desplegar habilidades y técnicas que no son innatas y requieren de un aprendizaje. Un año después de la formación sobre prevención y gestión de conflictos en comunidades de cohousing organizada por Jubilares con el apoyo del Ayuntamiento de Madrid, recordamos la necesidad de abrir espacios de aprendizaje a lo largo de la vida que nos permitan formar nuevos tejidos sociales (cooperativas de cohousing, comunidades de cuidados en barrios y pueblos…) que nos den la seguridad y los vínculos que necesitamos en cada etapa vital.

Mientras que la educación formal ha ido configurándose como un espacio dirigido a la formación de profesionales que se adapten al mercado laboral, en el ámbito personal y social se ha ido haciendo cada vez más evidente la necesidad de adquirir conocimientos y habilidades más ligadas al desarrollo de nuestra capacidad de relacionarnos y establecer conexiones significativas con otros seres humanos. Esta necesidad, presente desde nuestro nacimiento, adquiere características diferenciadas a medida que envejecemos. Las comunidades de cuidados que trata de fomentar Jubilares —ya se trate de cooperativas de cohousing sénior e intergeneracional o de otros espacios cívicos siempre en torno a las personas mayores— expresan reiteradamente la necesidad de formarse para trabajar en común, trazar objetivos compartidos y superar las dificultades y conflictos que, inevitablemente, surgen a lo largo del camino.

Generar espacios de convivencia choca con el modelo de sociedad hegemónico, en el que el individualismo es la característica fundamental. ¿Cómo compatibilizar nuestra necesidad de preservar y hacer valer nuestra individualidad con la necesidad de conectar con otras personas y, más aún, cooperar con ellas de manera satisfactoria? Obviamente, el grado de cooperación depende mucho del objetivo entre manos: un club de lectura, un huerto urbano, una asociación, un cohousing… No obstante, todas estas iniciativas requieren un cierto tipo de organización y de habilidades para que sean espacios vivos y enriquecedores para sus miembros, en los que lo personal y lo colectivo encuentren un equilibrio. Espacios en los que deseemos estar.

La colaboración público-social para aprender a lo largo de la vida

Jubilares tiene como una de sus prioridades la formación. Desde nuestros primeros pasos acompañando tanto a cooperativas de cohousing como a ciudades amigables con las personas mayores hemos detectado una necesidad constante de aprender para afrontar los retos que nos depara la vida. Un primer desafío es aprender cómo hacernos mayores en un sociedad con modelos de relación rápidamente cambiantes, con vínculos cada vez más inestables, en los que la longevidad alarga un camino todavía poco señalizado. En segundo lugar, es evidente la necesidad de llegar a acuerdos y compromisos sobre cómo nos cuidamos (desde el autocuidado al cuidado que toda persona requiere de su entorno cercano: familia, vecindad, instituciones…), especialmente aunque no solo en momentos de vulnerabilidad. En este punto merece la pena recordar que los cuidados no son exclusivos de la edad avanzada, aunque en esta etapa adquieran características diferenciadas.

Un tercer reto, muy ligado a nuestro fin social, tiene que ver con la formación de comunidades de cuidados en cohousing o viviendas colaborativas para toda la vida. Estos proyectos de largo aliento (tardan una media de diez años en salir adelante) demandan una enorme cantidad de energía por parte de sus miembros que, en su andadura, tienen que echar mano de conocimientos de todo tipo para fortalecer la comunidad humana y capacitarla para llegar a acuerdos y tomar decisiones de carácter legal, arquitectónico, convivencial, etc. El movimiento de cohousing o vivienda colaborativa, del que Jubilares forma parte, lleva a cabo una labor de incidencia para lograr marcos legales y financieros que allanen un poco el camino. Pero, además, cada día constatamos que hace falta formación para desarrollar nuestras capacidades de cooperar y trabajar con la inteligencia colectiva, para cuidar las formas de relacionarnos.

En este contexto, los conflictos, cómo identificarlos, prevenirlos o gestionarlos una vez que aparecen, son un tema recurrente en las reuniones de los grupos de cohousing. La formación que llevamos a cabo hace un año con Fernando Cembranos, un especialista en la materia con una dilatada experiencia en el trabajo grupal, tenía como finalidad dar respuesta a esa demanda. Para su organización, contamos con el apoyo del Ayuntamiento de Madrid, concretamente con su línea para la promoción y desarrollo de la economía social. La buena acogida de esta iniciativa nos confirmó la necesidad de continuar con este tipo de acciones, así como de ahondar en la colaboración público-social también en el ámbito de la formación.

La creación de estructuras sociales sólidas, desde el ámbito asociativo o de la economía social, requiere de un compromiso público. Más allá de su papel como proveedoras de marcos legales y servicios, las instituciones tienen ante sí una nueva realidad social en cuya gestión tienen la oportunidad y el deber democrático de colaborar estrechamente con la ciudadanía, proporcionándole las herramientas necesarias para su fortalecimiento y capacidad de acción. El movimiento de cohousing es un buen ejemplo de la potencialidad de los grupos organizados en torno a fines concretos para contribuir a mejorar la vida de la sociedad desde múltiples dimensiones: acceso a la vivienda, creación de comunidades para el cocuidado, envejecimiento activo y saludable…


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La formación sobre «Prevención y gestión de conflictos en comunidades de cohousing», organizada por Jubilares en marzo de 2024, contó con el apoyo financiero del Ayuntamiento de Madrid dentro de su línea de promoción y desarrollo de la economía social.