De fábulas y moralejas

Monumento a los músicos de Bremen
Monumento a “los músicos de Bremen” en Bremen (Baja Sajonia, Alemania)

Los músicos de Bremen es un cuento tradicional de la lengua germánica que fue recogido por los hermanos Grimm en el  segundo tomo de su  recopilación de “Cuentos para la infancia y el hogar” (1815). El argumento, bastante conocido, encierra una enseñanza que apreciamos mucho en Jubilares.

Un asno que ha pasado toda una vida de trabajos escucha cómo su amo pretende deshacerse de él, pues no realiza las mismas funciones que solía. Ante esta situación decide emprender viaje a la ciudad de Bremen con el propósito de hacerse músico allí. Por el camino encuentra, en este orden, un perro, un gato y un gallo que se encuentran en su misma situación: rechazados por su edad, se encuentran solos. El burro les va proponiendo que se unan a él en su nuevo destino, y todos van aceptando. Al caer la noche encuentran un casa ocupada por maleantes. Conjugando sus capacidades se las ingenian para expulsar por dos veces a los bandidos y quedarse a vivir en la casa.

Además de deducir que los intérpretes musicales de Bremen no contaban con la mejor reputación, la lección no nos puede parecer más oportuna. Cuatro personajes, ante la ausencia de opciones de futuro, unen sus fuerzas y consiguen, al reunirse, algo múcho más valioso que su pretendido destino original: una nueva forma de hacer el camino, una nueva manera de vivir, con muchas más oportunidades. La unión les hace más capaces, y por lo tanto, más libres. Como nos gusta decir a nosotros, la autonomía a través de la comunidad.

La evolución de las sociedades modernas nos ha traído incuestionables avances, pero al mismo tiempo, tal y como nos muestra este ejemplo, algunas lecciones fundamentales del saber popular, acumuladas por las experiencias de muchas generaciones, caen en el olvido.