
Sentimos que lo aprendido en estos días en esta una de las ciudades más felices del mundo, ha catapultado con fuerza hacia la realidad nuestros más altos sueños sobre lo que es posible hacer con nuestra condición humana cuando enfocamos hacia la vida con autonomía entre amigos afines, nuestra mejor intención.
Hasta llegar a unos cientos de metros al cruce con la calle Druehaven, que era la otra referencia cercana que teníamos en este barrio llamado Valby, ubicado entre otros dentro del casco urbano.
Nos llamó la atención que en el número 39 de esta calle el edificio tenía un ascensor en la misma fachada, y unas ventanas en una planta baja que mostraban un interior diáfano que se sumergía en un semisótano.
Nos señaló que en el número 39 de la calle Druehaven, justo detrás de nosotros, ese edificio era específicamente destinado a persona mayores, con acceso tanto por escalera como ascensor desde el exterior. En ese instante en el que nos hablaba, al dirigir nuestra mirada hacia él, vimos salir del ascensor una señora mayor con su bicicleta en mano.
Cuando, agradeciéndole su valiosa información, decidió seguir su camino, nos quedamos Antonio, Lola y yo en silencio, haciendo la primera digestión de esta a nuestro criterio muy valiosa información.
segunda mano,pensada para que la gente del barrio pueda comprar o vender cosas de su uso cotidiano, ya que muchas personas mayores han perdido poder adquisitivo, y hay además también gente parada…
El minimercado, un salón de estética, una pizzería y un tienda de herramientas de jardinería y otros completaban la vida del lugar, además de una oficina de correos y un cajero automático.
Llegamos andando hasta la zona del edificio de cuidados intensivos, constatando que estaba compuesto por pequeña habitaciones con un pasillo común, con la mayoría de sus puertas abiertas y personal sanitario circulando entre ellas.