Buscamos razones, causas y efectos para todo lo que hacemos. Nuestro sentido pragmático nos hace preguntarnos por qué vivir en un senior cohousing (jubilar) … “si todavía estoy bien”.
Y ahí está la gran falacia: suponemos que un modelo residencial de mayores está relacionado con una cierta dosis de dependencia. El error es más que normal. Proviene de los estereotipos que nos van marcando desde la publicidad, los medios de comunicación, las películas…
Ayer un niño de 5 años me habla de “viejos”. Le pregunto si sus abuelos lo son. “No”, dice rotundamente. (Sus abuelos tienen 68 a 75 años). ¿Y qué es un viejo para ti? La respuesta inmediata: “Alguien que tiene el pelo blanco y usa bastón”.
Lo tenemos interiorizado. Parece que uno no puede irse a un jubilar hasta que no haya clareado su pelambrera y definitivamente requiera de algo o alguien en quien apoyarse… Hoy desde Jubilares queremos dar razones para el que se plantee esto de vivir en un jubilar o senior cohousing, más allá de la clásica (ha de ser clásica, conocemos tantos casos…) conversación de bar en el que nos preguntamos ¿y si nos jubilamos juntos los amigos?
El más joven de los habitantes de Trabensol, como nos contaban ayer en el El País, tiene 67 años. Pero comenzaron esta empresa hace más de diez años. En otros países comienzan a plantearse esta forma de vida en la cincuentena. Aquí estamos empezando a asumir ese modelo del “50+”: La feria de mayores de Plusesmas se llamaba Vivir50plus. Nuestras amigas Anja Hoffmann y Ulrike Wehr proponen su modelo de cohousing llamado habitat 50 plus. La “comunidad de la experiencia” de las redes sociales se denomina post55… A los 50 hemos vivido la mitad de la vida adulta (echen la cuenta). Nos queda otra mitad por delante. Así que ahí tenemos una primera razón para replantearse la vida: qué quiero para mi segunda mitad de la vida.
Otra razón tiene que ver con nuestra situación familiar. Tirando de estadísticas, por supuesto: en la cincuentena es cuando vemos a nuestros hijos pasar a formar parte del mundo adulto. Y a nuestros padres encanecer y quizá empezar a usar bastón… Mirando a unos y otros quizá es un momento en que muchos pensamos “yo no querré ser una carga para mis hijos”. “Yo quiero ser autónomo cuando sea mayor”.
Así pues, la prevención es un motor real para involucrarse en un proyecto como el que planteamos desde nuestra asociación. La anticipación por lo que pueda venir: estaré incluido en una comunidad que me va a servir de soporte para los momentos de debilidad. Esta prevención es la que a los 50 nos hace dejar de fumar y cambiar hábitos de vida para que sean más saludables.
Pero no es la única razón. Diríamos que ni siquiera es la más importante. Y tampoco recomendable: no se trata de vivir como no queremos en previsión de un futuro que no conocemos. No es (tan solo) una alternativa a la residencia de mayores. Vivir en un jubilar es una oportunidad para una vida más plena, con diversión y con sentido, también cuando todavía no somos “viejos”: la participación en un entorno comunitario donde tengo algo que aportar (eso no tiene edad); la posibilidad de compartir experiencias, objetos, actividades o espacios, la multitud de posibilidades que se abre al vivir con amigos, las iniciativas que yo solo no me atrevería a comenzar, pero en grupo nos resulta fácil… La profesora de música cuenta con un espacio propio para impartir sus clases o dar conciertos. En su propia casa. La privacidad que se quiera. La comunidad que se quiera. La enfermera aún en activo sale de su casa por las mañanas y queda su marido, ahora en paro, trabajando en el taller común para lanzar su próximo proyecto en una feria de artesanía… A media mañana se acerca al apartamento de su suegra a ayudarle en las tareas domésticas que más le cuestan. ¿Todo ello requiere de una edad determinada?
¿Hay que esperar a peinar canas y usar bastón para tener esta vida?