Vivir “feliz” en un teatro

Brindis en Hogewey
Una ilusión de brindis en una ilusión de bar, en Hogewey

Hogewey, en Weesp (Holanda) es en apariencia un barrio como cualquier otro. Tiene locales comerciales, restaurantes, cafés, bares, supermercados, salones de belleza, jardines y pequeños parques. Pero a diferencia de otros, está decorado al estilo de los años cincuenta y sus habitantes sufren de alzheimer y demencia. No se trata de una realidad sobrevenida, como la de Yarumal, sino un lugar expresamente creado para alojar a personas que sufren este deterioro. Allí viven 152 pacientes, en 23 viviendas, y se encuentran atendidos por 250 especialistas disfrazados de jardineros, peluqueros o vendedores… y no de bata blanca.

Al leer la noticia quizá lo primero que nos viene a la cabeza es la película “El Show de Truman“, donde un gran decorado es el garante de la felicidad. ¿Es éticamente aceptable crear la apariencia de una vida real con el objetivo de que el usuario del modelo sea “feliz” en su ignorancia? El debate en este caso está garantizado puesto que hablamos de personas con un alto grado de demencia. En esos casos ¿dónde está el límite entre la fantasía y la realidad? ¿Qué es la ignorancia?

La idea fue de Yvonne van Amerongen, hace más de 20 años. Se trata de que esas personas puedan realizar las actividades de la vida cotidiana como ir de compras, cocinar, ir al teatro o peluquería. Los exitosos resultados vienen acompañados de una importante reducción de los medicamentos que tomaban y una “calidad de vida” mayor. Las personas que allí viven realmente se sienten mejor.

Se definieron siete “estilos” para siete modelos de vida:
– Stads, para personas acostumbradas a la vida urbana.
– Goosie, con un cierto toque aristocrático.
– Ambachtelijke, para personas dedicadas al comercio y artesanos.
– Indische, para los relacionados con India o las antiguas colonias holandesas en Asia.
– Huiselijke, para amas de casa y hombres caseros.
– Culturele, con toques culturales y para aficionados al cine y al teatro.
– Christelijke, para las personas más religiosas, sin importar su credo.

HogeweyEl ambiente se recrea para los distintos estilos de vida de los que proceden los moradores. Comida y decoración indonesia para los de origen indonesio, más lujo para los de nivel económico alto, compañeros de hogar con las mismas características… Dice van Amerongen “En la vida, queremos vivir con la gente como nosotros. Queremos estar rodeado de gente que elegiría para ser amigos, los que tienen valores similares, puestos de trabajo similares y con intereses similares”. Esa “gente como nosotros” es, en la mitad de los casos, cuidadores que hacen creer que son “como ellos”…

Los habitantes se mueven libremente por el barrio (cerrado, eso sí, con un buen muro a su alrededor). Para garantizar su seguridad, múltiples cámaras escondidas les graban durante 24h. En su vida de fantasía una señora afirma estar casada. Nadie le corrige. Su marido murió hace años.

El precio es de algo menos de 4200€/mes y está subvencionado con fondos públicos. Los defensores de este modelo plantean la cuestión de forma cruda: ¿drogar o cambiar el entorno físico y social en el que viven recreando esta fantasía?. El modelo se ha convertido en pionero, lo avalan prestigiosos psiquiatras y varios países piensan en implantarlo como solución a las demencias severas.

Desde Jubilares planteamos otra fantasía: un barrio donde uno se encuentre en su sitio, donde pueda vivir con gente de similares características sin tener que elegir entre un número reducido de “estilos”, realizando actividades cotidianas, protegido por sus amigos y en los momentos (si llegan) de dependencia los encuentren allí; sí, incluso con otros profesionales que se pueden suman en la asistencia… Un barrio donde no sea necesario disfrazarse de nada y sin embargo uno se sienta siempre en casa. ¿Es posible?